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A la felicidad por el absurdo: retrato íntimo de Steve Martin, el rey de la risa

Apple TV+ estrena el viernes '¡STEVE! (martin): Un documental en 2 partes', recorrido de más de tres horas en total por la vida y la carrera de este artista renacentista 

Steve no iba para cómico de renombre, sino para mago. EPC

El director y productor Morgan Neville, ganador del Oscar por 'A 20 pasos de la fama', su documental en homenaje a las coristas, empezó a grabar conversaciones con su gran ídolo Steve Martin sin saber muy bien qué haría con ese material. Poco a poco, quedó claro que el proyecto iba a estar a la altura del amor del cineasta por este no solo gran cómico y actor, sino también, recordemos, guionista, dramaturgo o respetado banjoísta, capaz por igual de las velocidades más extremas del 'bluegrass' y de la máxima sutileza, como demostró en su recomendable disco junto a Edie Brickell 'Love has come for you' (2013).

Aquellos diálogos casi casuales acabaron derivando en '¡STEVE! (martin): Un documental en 2 partes' (Apple TV+, viernes, día 29), ambicioso retrato en forma de dos largometrajes, cada uno con su propio estilo: 'Antes' es un documental de archivo sobre la infancia y juventud de Martin y su difícil camino hasta lograr triunfar en el terreno del 'stand-up'; el siguiente, 'Ahora', es una exploración en clave vérité de su vida familiar de, así es, ahora mismo, pero también un recorrido (sin censuras, con espacio para los fracasos) por su popular carrera cinematográfica. 

Mientras estudiaba filosofía en la Universidad de California, Martin empleó sus nuevas herramientas analíticas para elucubrar sobre el arte de la comedia. EPC

A la felicidad por el absurdo

Las historias de 'Antes' resultarán familiares para quienes hayan leído su libro de memorias 'Born standing up: A comic's life' (2007), aunque Martin parece ahora haber hecho realmente las paces con esa infancia tumultuosa, con ese padre distante o virulento que nunca pareció satisfecho con nada relativo a su hijo. Cuando tenía diez u once años, Steve no iba para cómico de renombre, sino para mago, aunque acabó juntando un poco ambas labores cuando empezó a trabajar en la tienda de magia de Disneyland, donde antes había sido vendedor de un periódico que nadie quería. 

Steve Martin con el Grammy que ganó por su álbum "A Wild And Crazy Guy" en 1979. AP

Páginas de diario, fotos personales o metraje rarísimo alimentan este retrato de un cómico más reflexivo y concienzudo de lo que se podría pensar. Lo (gloriosamente) tonto puede ser algo muy serio, el resultado de una búsqueda exigente. Mientras estudiaba filosofía en la Universidad de California, Martin empleó sus nuevas herramientas analíticas para elucubrar sobre el arte de la comedia y empezar a vislumbrar una forma de hacer reír que no pasara por las estructuras convencionales. Algo que hiciera al público pensar, como él mismo cuenta en la película: "No sé por qué esto es divertido, pero lo es". El futuro rey de la comedia 'mainstream' hollywoodiense se presentó al mundo, en realidad, abrazado al vanguardismo y el absurdismo.

Le costó quince años que una importante cantidad de público le tomara en serio. O, dicho de otro modo, se riera a gusto con él. Martin no comulgaba con la sátira política de aquellos convulsos finales de los sesenta-principios de los setenta, con la guerra de Vietnam siempre al fondo. Su guasa abstracta no caía bien porque parecía irresponsable. Pero alrededor de 1975, cuando cumplió treinta años, algo cambió y empezó a dar con su público, que se volvió enorme de la noche a la mañana tras su paso como anfitrión de 'Saturday night live' en octubre de 1976. Las ventas de su primer álbum, 'Let's get small' (1977), que llegaron al millón de copias, certificaron la existencia de todo un fenómeno. 

El peso del fracaso

Conseguida la gloria en el 'stand-up', Martin creyó que era hora de dedicarse a otra cosa, al cine para ser precisos. Su primer largo como protagonista, 'Un loco anda suelto' (1979), en cuyo guion participó, no gustó a su padre Glenn, pero sí a la mayor parte del público y la crítica. 'Ahora', segundo volumen del díptico de Neville, recuerda muchas de las películas que vinieron después, siempre en el marco de una reflexión íntima sobre las decisiones tomadas y un camino de altibajos con desembocadura en la plenitud total: ese feliz matrimonio con Anne Stringfield (su antigua 'fact-checker' en 'The New Yorker'), esa hija de once años que Martin protege aquí de las cámaras.

Este segundo documental es un festival nostálgico pero revelador para quienes crecimos adorando las películas de Martin. Adorándolas todas, todas, todas, en parte por la gloria de no haber desarrollado todavía ningún espíritu crítico. El entrevistado no oculta los fracasos, e incluso se revuelca en ellos, en algún caso buscando la más legítima reivindicación, como con el musical 'Dinero caído del cielo' (1981), adaptación estadounidense de la serie del británico Dennis Potter. Curiosamente, se dedica más tiempo a 'Un día de locos' (1994), raro desacierto de Nora Ephron, que a, digamos, el 'remake' de 'El padre de la novia' (1991). Mediados de los noventa es una de las épocas más aciagas de Martin: a los fracasos de taquilla se suma su divorcio de su primera mujer, Victoria Tennant, con quien compartió 'Tres mujeres para un caradura' (1991). En un momento doloroso aquí recuperado, el cómico británico Paul Kaye le asalta en el estreno de 'Sargento Bilko' (1996) para hacerle la pregunta más borde: "¿Por qué ya no eres divertido?"

A sus 75 años, Martin sigue siendo divertido, como corrobora el éxito de 'Solo asesinatos en el edificio', donde comparte protagonismo con Martin Short y Selena Gomez. EPC

A sus 78 años, Martin sigue siendo divertido, como corrobora el éxito de 'Solo asesinatos en el edificio' y como se puede advertir, a través de 'Ahora', en los ensayos de sus espectáculos con su viejo amigo Martin Short. Pero incluso todo este tiempo después se puede adivinar un rastro de melancolía en la mirada del artista, una herida por cerrar. Neville tiene el acierto de recuperar el clip más apropiado de 'Solo asesinatos': ese momento de la segunda temporada en que Charles, su atribulado actor-detective, afirma no saber demasiado sobre su padre, pero sí lo suficiente como para creer que no fue un buen hombre. Martin parece decidido a ser para su hija el padre que él nunca tuvo

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